(la critica hecha por el susodicho Doctor aqui)
Estimado y nunca bien ponderado Walter:
Usted me plantea una serie de preguntas o retos:
1. Determinar qué otro modo universalizable y comunicable me parece una alternativa que sirviera como criterio de demarcación entre el conocimiento legítimo y aquél que no lo es.
2. Justificar, mis afirmaciones sobre la tautológica y la pobreza de la teoría del lenguaje en la lógica.
3. Justificar mis premisas.
A continuación la respuesta:
Aclaración previa: No podemos por la naturaleza misma de lo que afirmamos, dar una especie de conexión que se sustente en alguna identidad que subyace a los conceptos que exponemos (preferiría no llamarlos conceptos, sino mas bien nociones), a la manera en que gato y lince se relacionan en tanto participan de la identidad de lo animal; tampoco podemos conectar a la manera de continente contenido, como se relacionan animal y lince; todavía menos en una relación de causa y efecto; ni pensar en una relación materia-forma; potencia-acto, etc. Solo podemos relacionar nuestras nociones en su diferencia y por su diferencia. Salvando esto trataremos de exponer en mayor profundidad dichas afirmaciones.
1: Creemos que la cuestión debe ser planteada de un modo radicalmente distinto. El problema nos parece más ¿Qué es y que implica un criterio de demarcación universal, que determine lo legitimo y lo ilegitimo? Preferimos plantearlo de esta manera, para no saltearnos una cuestión previa, y quizás, mas fundamental: antes de establecer un principio, debemos preguntarnos que es un principio y si es verdaderamente necesario.
En efecto, la raíz etimológica de criterio, que es la misma evidentemente que la de critica, es κρίνειν, que significa separar, discernir, juzgar, discriminar, etc.; por su parte demarcación significa fijar limites. Ambos evidentemente se complementan, es preciso dividir en partes, para fijar los límites que le dan a cada parte su lugar correspondiente. Pero ¿Qué entidad seria capaz de hacer esta operación, mas aun cuando se trata de separar y poner un límite entre lo legitimo y lo ilegitimo? Pensamos, que una acción de establecer limites entre lo separado, no puede darse según la naturaleza de lo separado. En efecto si pensáramos que lo legitimo se determina a si mismo como legitimo, no habría necesidad de establecer criterios de demarcación, puesto que los objetos que se presentasen, tanto a nuestro entendimiento, como a nuestra sensibilidad, se presentarían inmediatamente (es decir sin necesidad de mediación por parte de criterios) como legítimos o ilegítimos. Sin embargo nuestra experiencia nos muestra que los objetos se presentan sin mas, y que solo es a posteriori que se determinan con arreglo a su determinabilidad. Toda determinación de legitimidad o ilegitimidad es siempre efectuada por una mediación (la del criterio de demarcación). Pero falta en esto un elemento, ¿Qué es lo que puede ser legitimo e ilegitimo? A saber, no lo que se presenta, digamos, por ejemplo a la experiencia, ya que este es sin mas, ni legitimo ni ilegitimo. Entonces la legitimidad debe buscarse en otra parte. Creemos que la legitimidad se gesta en la atribución de una cualidad a un sujeto. En efecto, a un sujeto cualquiera, le son atribuibles todos los predicados posibles, pero solo algunos de ellos conforme a la naturaleza de este son legítimos o ilegítimos. Desde este aspecto el criterio de demarcación es el que fija los limites cualitativos de un sujeto. ¿y que propiedad tendría que tener este criterio para poder decidir sobre la cualidad de un sujeto?. Debería ser no otra cosa que cualidad pura. Pero es la cualidad un agente de diferenciación, ya que solo se puede cualificar algo en tanto se lo diferencia de un fondo indiferenciado, en tanto se le da su nota de particularidad capaz de hacer que el intelecto no lo confunda, no lo tome conjuntamente con otra cosa, esto es patente hasta en el concepto aristotélico de definición (fondo común como genero próximo, nota particular diferenciante como diferencia especifica), o en la famosa frase de Spinoza “ominis determinatio est negatio”. Ahora bien, si establecemos que lo único que puede decidir si un sujeto x posee una cualidad y es solamente Y puro, testificando si hay algo de x dentro suyo, es decir si y, en tanto es atribuible a x, es una copia de Y; la cualidad pura (unico criterio posible) no seria sino pura diferencia. Pero si el agente diferenciante es diferencia pura no podría actuar justamente como tal, ya que se diferenciaría de si mismo (siendo pura, la diferencia no tendría otro objeto de diferenciación que si misma), con lo cual ya tendríamos dos cualidades acordes a esa diferenciación y así ad infinitum. Para tener una cualidad es necesario encausar esa diferencia pura que es la pura cualidad, en una identidad que la posea, en un ser que sea solo esa cualidad. Es cierto que hay cualidades distintas (multiplicidad de cualidades) pero cada una puede ser una cualidad en base a esta identidad que la posee. Por lo tanto tenemos que el criterio de demarcación es esta identidad de la cualidad. Esto no es nada nuevo, la filosofía desde hace largo tiempo conoce que el único justo es
Así tenemos todo el modelo platónico de la representación desplegado, con todos sus engranajes: Lo Mismo como modelo y poseedor en primer grado, los participantes como poseedores en segundo grado con arreglo a su adecuación al modelo, la cualidad como el objeto de aspiración, que es dado si el participante es bien fundado. Pero en el mejor de los casos la cualidad se re-presenta en el participante, pues solo se presenta en lo Mismo. Lo mismo mide si a un participante le va o no una cualidad en la medida en que este se adecua o no a el. Reparte y organiza, según un principio o fundamento solidó.
Vemos entonces que a todo proceso de demarcación, le subyace un modelo de representación. Pero todo esto se funda en una inconsistencia fundamental. En efecto, como vimos, la pura cualidad es pura diferencia (y reto al que piense que esto es falso a dar una definición de cualidad que no se base en la diferencia), pero para que sirva como modelo, se le debe aplicar una identidad, pero esta identidad es totalmente ajena a la naturaleza de la diferencia, y hasta opuesta a ella. En efecto la diferencia en si misma, se diferencia al infinito, puesto que al ser pura no posee otra cosa con la cual diferenciarse, que si misma. La paradoja de la legitimidad, es que para fundar lo legitimo, debe basarse en una ilegitimidad: atribuir una identidad a lo que por naturaleza se sustrae de ella. Hay una ilegitimidad fundante (darle una identidad a la diferencia) en el fondo de todo criterio de demarcación que nos permite discernir lo legitimo de lo ilegitimo.
2. La lógica proposicional, es una tautología por el simple hecho de que no dice nada que ya no se aya dicho. Por lo tanto repite siempre lo Mismo. Por procedimientos estrictamente lógicos, no se puede sumar una verdad a las ya contenidas, por la simple razón de que lo que se concluye debe estar contenido en las premisas, por lo tanto es en esencia ya sabido, lo cual no es nada nuevo, como usted ya sabrá al haber leído el Novum Organom. Esta condenada a repetir lo que ya sabe expresándolo de distintas maneras (si cambiamos sabe por piensa, tenemos una conjugación en tercera persona de la definición de tautología de la real academia española)
En un sentido mas profundo, es tautología, porque no puede salirse de los limites de la representación, como ya lo vimos, por lo que esta condenada a decir siempre lo Mismo y nunca alcanzar la diferencia en si misma.
Por otra parte, se sustenta en una teoría pobre del lenguaje, porque nunca puede dar cuenta de este sino en la forma de la proposición. El campo de la proposición se agota dentro de los límites de la designación (la relación de la proposición con un estado de las cosas exterior), la manifestación (la relación de la proposición con un sujeto) y la significación (relación de la proposición con los conceptos generales o universales). La dimensión que se escapa esencialmente a la proposición, es la de la expresión: lo expresado en una proposición solo puede ser objeto de otra proposición. Así tenemos una cadena al infinito, por la cual concluimos que lo expresado se escapa a la proposición. Lo expresado es el sentido. La dimensión del sentido es inaccesible a la proposición.
Incluso mas allá de la importancia constitutiva del sentido en el lenguaje, el hecho de que la lógica no lo pueda considerar, ya la hace pobre e incompleta.
De hecho, no veo razón para creer campos mas allá del ideal y del empírico (o con mas rigor, del virtual y el actual) aunque estos posean niveles o grados diferentes. Quizás la confusión se de por el hecho de que lo que determinamos como empírico, no es solamente lo que se percibe mediante los sentidos, sino mas bien, la imagen del pensamiento que calca las categorías de lo trascendental de este. Decimos que lo empírico debe pensarse mas bien como modelo que como cosa, y que en última instancia, el ejercicio percipiente de las facultades solo puede darse por medio de este “modelo empírico”. El modelo empírico es el a priori de la percepción objetiva, pero también del pensamiento subjetivo articulado en un Yo. Proponga usted que otros campos existen, que no sea estos.
b) Lo que se sustrae a lo empírico, es justamente el ser de lo empírico. Por ejemplo: no podríamos decir que la categoría kantiana de tiempo es un ser temporal, pero sin embargo es el ser de lo temporal, aquello por lo que lo temporal es. No queda nada porque como usted determino muy bien la metafísica como el ejercicio trascendente que atañe al ser de las cosas (y no a las cosas como tales), y al ser por el cual son las cosas. Simplemente si la idea es lo único que se sustrae a lo empírico y a la vez el ser de lo empírico, la metafísica no deja ningún campo sin explorar (ya analiza el ser de lo empírico al analizar lo único que se sustrae de él, por lo tanto la totalidad de lo existente)
c) ¿Como es que se desprende de b)? allí solo señala algo sobre la metafísica y su alcance, ¿que tiene que ver en esto el pobre Heidegger y su “olvido del ser”? Por otra parte usted esta confundiendo lo que este ultimo grandioso concepto es, no una confusión o un olvido por parte de los pensadores metafísicos, sino una determinación ontologica en la relación del dasain con el Ser. El ser no es olvidado por que los hombres lo olviden, sino que con arreglo a su historicidad, el ser se presenta al dasein como olvidado. Creo que debería leer a Heidegger antes de usar sus conceptos. La ontoteología según creo solo se aplica a periodos ya muertos de la filosofía, es decir al mundo griego, al medieval y al moderno. Es en última instancia metafísica de la presencia (desde Platón) y metafísica de la subjetividad (desde Descartes). El problema es que, como es archiconocido hoy Dios a muerto y con él el sujeto (hypokéimenon) en sus dos vertientes como ousia (sentido griego aristotélico de la metafísica de la presencia) y como cogitatio (sentido cartesiano de la garantía de las representaciones), esto significa que por mas que nos esforcemos que le cantemos himnos y loas a Dios y a la subjetividad, no podríamos ser ontoteologicos, pues el horizonte de comprensión del ser que nos ampara es el de la muerte de la subjetividad (aunque sea provisionalmente y las filosofías de Zizek y Badiou sean preanuncios del retorno del Sujeto).
d)
e) En la medida en que