jueves, 18 de diciembre de 2008

Correspondencias: ontología, poesía y política










Uno de los meritos fundamentales de Deleuze, consiste en haber condensado en un mismo ejercicio ontología y política (Deleuze no Nietzsche, este no hace ontología). Veamos el siguiente fragmento de “diferencia y repetición”:

¿Qué es lo que se explica aquí, mas allá del concepto de univocidad expuesto en el texto anterior (caso-Deleuze)? A mi parecer, aquí se expone el momento fundamental, donde la actividad ontologia, esto es precisar al ser en tanto ser, a la univocidad como tal (recordemos que para el “nunca hubo mas que una proposición ontologica: el Ser es univoco”), deviene necesariamente político. ¿Qué entendemos por politico? Aquí, daremos una definición muy simple, lo político es el conjunto de determinaciones que constituyen el espacio donde se desplegara la vida. Esto significa que, la política es esencialmente política de los limites, en el doble sentido de limite, de hecho (los cercados de los campos, los limites nacionales, las propiedades, etc) y de derecho (limites conceptuales, cercado de ideas, limites de la razón, etc).
Volvamos al fragmento, la idea central es que, para que la univocidad del ser se muestre en todo su esplendor, es necesario el eterno retorno, como proceso de selección y afirmación, selección de aquello que traspasa los limites de lo grande y lo pequeño. Este pasar el limite, no es mas que la Hybris, la diferencia individuante que surca la univocidad del ser en toda su extencion como grados intensivos de esta. Entonces este procedimiento ontologico del eterno retorno, no es mas que una ruptura y reasignación de limites, pues la Hybris es el limite, como máximo o maximización de la intensidad o potencialidad, es el limite desplazado-desplazante, limite en constante ampliación.

Ya es evidente la identificación; para lograr la ontología del ser univoco es necesario la política de los limites. La filosofía tradicional, puede pensar una metafísica y una política, solo porque a operado una política de los limites, que precede y funda a estas dos. Y justamente lo que se funda es la fundamental diyuncion de el pensar y el actuar, basamento insoslayable para conceptualizar a la política y la metafísica separadas; el pensamiento así determinado, no puede sino pensar, en el mejor de los casos una relación de determinavilidad de una hacia otra (como lo hace Lukacs, en el sentido en el que piensa el pensar como residuo, como excremento del actuar). Si el corte se ha hecho, es para mantener a las identidades quietas, sedentarias, en agenciamientos ya diseñados, que pueden llamarse conceptos, o mas precisamente categorías. La potencia de afirmación del simulacro, no es mas que preferir el disfraz a lo que disfraza, seguir las actuaciones infinitas (actuar como un trasio, que actúa ser un hoplita, que actúa ser su lanza, que actúa los halitos de las cavernas….), gustar del devenir puro, mas precisamente del devenir Monstruo, del romper los linajes y repetir siempre lo Mismo. Pues la filosofía de Deleuze nunca significo otra cosa que reivindicar la dignidad del monstruo.
Volviendo al caso, la identidad entre ontología y política la llamaremos arte de los limites. Este arte, podría llamarse también pensamiento, si sustrayéndonos del pensamiento categórico, asintimos que pensar no es más que la Hybris, algo que se hace con todo el ser, en su esencial arrastre, ¡exacto! Pensar: arrastrar al ser, en el devenir forzado, hasta que, cuando por fin todo se diga en único y mismo sentido, lograr la identidad entre pensamiento y ser.

Por eso el arte de los limites, actúa políticamente, como teatro de la crueldad:







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pensé entoz en un teatro de la
Crueldad que dance y vocifere
Para
abortar viseras
Y terminar con todos los microbios
Y en la anatomía sin
fisuras del hombre
Donde todo lo que está resquebrajado se aborto
Hacer
que reine la salud sin dios.





Pero también pasivamente, en tanto que es el esenciar abrirse a la univocidad del ser:

Stable trésor, temple simple à Minerve,
Masse de calme, et visible réserve,
Eau sourcilleuse, Oeil qui gardes en toi
Tant de sommeil sous une voile de flamme,
O mon silence! . . . Édifice dans l'ame,
Mais comble d'or aux mille tuiles, Toit!

Temple du Temps, qu'un seul soupir résume,
À ce point pur je monte et m'accoutume,
Tout entouré de mon regard marin;



Et comme aux dieux mon offrande suprême,
La scintillation sereine sème
Sur l'altitude un dédain souverain.








En un comentario en http://filosofiadeladucha.blogspot.com/ decíamos: el dilema es el siguiente: Si queremos que algo Acontezca deberíamos entregarnos al silencio, o al ser en tanto tal (que es mas o menos lo mismo), pero si queremos hacer surgir algo debemos hablar hasta agotar todo lo decible, como decía Pindalo "¡Oh alma mía!, no aspires a la vida inmortal, pero agota toda la extensión de lo posible". Ahora nos parece este un falso dilema, pues el arte de los limites como pensamiento (condensación de la maquina-Artaud con la maquina-Mallarme, o a mi gusto, la maquina-Valery), no es sino la labor activa-destructiva/pasiva-receptiva del pensar como indentico al ser univoco.






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1. Los fragmentos citados son de "pour en finir avec le jugement de dieu" y "Le cimetière marin" en ese orden.



2. Me disculpo por presentarles el fragmento del poema de artaud en castellano, pero no lo tengo bilingue.



3. El problema de Nietszche y su aporte o no a la filosofia en general y a la de Deleuze en particular, sera tratado mas adelante.



1 comentario:

Иосиф dijo...

soy tan pelotudo que no puse la cita. les dejo el link donde descargarla: http://www.zshare.net/download/50766368bfc7284c/
el fragmento en cuestion es desde la pagina 79 "el eterno retorno no puede...., hasta el fin del parrafo en la pagina 80.